miércoles, 17 de agosto de 2011

Mantis o Santateresa

Recuerdo que de pequeña, cuando estaba por el campo, el verlas "volar" alrededor me daba un poco de miedo, siempre tenía en mente la idea de que picaban con sus patas delanteras y nunca me atreví a comprobar si era o no cierto. Con el paso de los años y, lo más  importante, con más información recopilada fueron atrayéndome cada vez más: sus movimientos tranquilos y precisos, su gran rapidez y sus múltiples formas y colores son extraordinarios. Con esta entrada intentaré destruir el mito de la mantis religiosa como animal peligroso y venenoso.


Ejemplar ibérico del género Ameles
Pertenecen al grupo de los Neopteros, ya que poseen alas que pueden plegar sobre su cuerpo y con las que realizan vuelos cortos similares a los de los langostas. Están englobadas dentro del órden Mantodea, donde existen diferentes géneros con 2.450 de especies identificadas, distribuídas por las regiones tropicales, subtropicales y templadas de todo el planeta. Están estrechamente emparentadas con las termitas y las cucarachas.









Poseen un cuerpo alargado de color verde o pardo, con algunas excepciones que presentan coloraciones más llamativas, para poder camuflarse entre la vegetación. Presentan una cabeza triangular muy característica que pueden girar hasta 180º, con dos grandes ojos redondeados laterales y un escudo frontal con 3 ocelos u ojos simples. En la parte superior aparecen dos antenas largas y segmentadas y en la parte inferior muestran una boca con un aparato masticador, con el que trituran a sus presas. A igual que todos los insectos las mantis tienen 3 pares de patas, siendo el primer par el que les da el nombre de "religiosa". Estas patas anteriores son raptoras y están formadas por varias piezas con espinas en su parte inferior.


Ejemplar de la especie Mantis religiosa
Todas las mantis son carnívoras y capturan a sus presas gracias a un rápido movimiento de sus patas delanteras, con las que son capaces de atrapar insectos al vuelo. Las especies más grandes pueden cazar anfibios, reptiles e, incluso, pequeñas aves tropicales como colibríes. Por lo general prefieren presas vivas aunque las mantenidas en cautividad (especies exóticas) aceptan bien insectos muertos. Una vez ha atrapado un animal comienza a ingerirlo vivo, dejando sólo las patas y las alas, que desecha.










Ejemplar de mantis palo o Empusa pennata

Son animales solitarios. En época de celo la hembra secreta feromonas para atraer a los machos, momento en que se vuelven muy agresivas, pudiendo devorar a sus parejas durante y después del apareamiento, un comportamiento muy habitual en cautividad pero no tanto en libertad. Durante la cópula, que dura unas dos horas, el macho se sitúa sobre la hembra e introduce el espermatóforo en su tracto genital. La puesta se realiza en otoño, cubierta por una espuma que endurece rápido para proteger los 200-300 huevos que contiene la ooteca. El primavera nacen las primeras mantis, que se alimentan de sus hermanos los primeros días, disminuyendo mucho la natalidad.





Curiosidad: aunque todas las que encontramos parecen iguales, en la Península Ibérica existen 16 especies diferentes. Ninguna de ellas es venenosa ni pica. Su instinto primario va a ser el de huída y son capaces de detectarnos cuando aún nos separan de ella unos metros. No son animales agresivos aunque son capaces de morder si se las molesta excesivamente, no causando sin embargo ninguna lesión o dolor. Lo ideal es observarlas desde una distancia prudencial para no asustarlas y poder disfrutar de su comportamiento.






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