lunes, 25 de julio de 2011

La araña tigre

Camuflada entre dos flores de lavanda, así es como estaba esta impresionante araña. Su tela parecía la del típico dibujo con ella en medio. A pesar de su tamaño su camuflaje es realmente bueno, ni siquiera la cámara era capaz de enfocarla. Después de un rato viéndola y fotografiándola, soportándo las picaduras de la hormigas que rondaban una planta cercana, decidimos darle un grillo para ver cómo lo cazaba. Nos quedamos impresionados cuando lo agarró y, en cuestión de unos pocos segundos, lo tenía envuelto en seda. Incluso se veía salir el chorro desde la parte trasera de su cuerpo. Fué tan rápido que no pudimos grabarlo. Hoy, ya de vuelta en casa, hemos visto que seguía cómodamente plantada en el mismo sitio y sin restos de su anterior comida. Aprovechando que ha caído el sol he vuelto a hacer el experimento, esta vez con la cámara bien preparada y, como era de esperar, no nos ha defraudado.



Se trata de una añara tigre o Argiope lobata, clasificada dentro del grupo de las arañas Araneomorphas (al igual que la Lycosa tarantula, ya comentada en otra entrada del blog) por tener los quelíceros en posición diagonal, cruzándose en su punta. Su veneno es poco potente, con un efecto similar al de una avispa sobre los humanos. Se caracteriza por una coloración blanca en el dorso y marrón con bandas claras y oscuras en su abdomen. En esta especie existe un marcado dimorfismo sexual. El macho no suele superar los 6mm, mientras que la hembra (como la de las fotos) puede alcanzar los 30mm. Una sola inseminación del macho le permite realizar varias puestas, de donde salen cientos de pequeñas arañas.












La caracteristica más llamativa de esta araña son sus telas. La seda que produce es extremadamente resistente, capaz de soportar los intentos de huída de grandes insectos como langostas o mariposas, de las que se alimenta con frecuencia. Pueden llegar a medir hasta 1m de diámetro y las suelen colocar ligeramente inclinadas en matorrales a poca altura. Utilizan varios hilos que unen a ramas cercanas para dar mayor estabilidad a la estructura. Ellas se colocan en el centro, con la cabeza hacia abajo, esperando que llegue su presa. Cuando siente vibraciones se desplaza rápidamente, atrapa al insecto con sus largas patas, le inyecta el veneno y lo envuelve en una capa de seda, dejándolo inmovilizado y almacenado para comerlo más adelante.












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